En la actualidad son muchas las personas que apoyan el copyright como forma de solidarizarse con los autores. Sin embargo, la verdadera esencia de este concepto no recae en autores furiosos reclamando sus derechos (ellos prefieren la extensión de la obra, el impacto social y la fama) sino, más bien, en editores interesados exigiendo su dinero.
Las nuevas tecnologías nos lo han puesto todo mucho más fácil. Hoy podemos leer libros, escuchar música, ver películas o contemplar fotografías sin salir de casa y, lo mejor de todo, sin pagar ni un solo euro. Nosotros encantados, pero los dueños de esas ideas, canciones, diálogos o instantáneas…No tanto. Por ello desde 1710 (año en que se crea la primera ley de copyright tal y como la conocemos actualmente), se han ido estableciendo nuevas y diferentes medidas. Francia, España o Estados Unidos son algunos de los países que fueron adoptando, poco a poco, leyes para controlar el Derecho de Copia y de Autor.
Sin embargo, hecha la ley, hecha la trampa. Y por supuesto, no todos contentos. Unos porque es muy restrictiva, otros porque es muy permisiva. Las discrepancias son patentes y por ello, diferentes iniciativas se ponen en marcha reivindicando más concesiones o menos libertades. Copyright vs. copyleft (dar permiso de antemano para realizar copias de las obras en determinadas condiciones estándar). Una interesante propuesta es la de Creative Commons, para quienes “Otro copyright es posible”. Según ellos: “No todos los titulares de propiedad intelectual quieren ejercer todos sus derechos sobre ella. Ya sea por necesidad de promoción o por convicción política, muchos creadores apuestan por cooperar en vez de competir”.
En mi opinión, como la de otros muchos, el Derecho de Autor debería conceder a su autor el derecho (nunca mejor dicho) de hacer con su obra lo que quisiera: dejar que su trabajo se copie o no según qué circunstancias. ¿Cuáles? Las que éste decida, que para eso es su obra.
Las nuevas tecnologías nos lo han puesto todo mucho más fácil. Hoy podemos leer libros, escuchar música, ver películas o contemplar fotografías sin salir de casa y, lo mejor de todo, sin pagar ni un solo euro. Nosotros encantados, pero los dueños de esas ideas, canciones, diálogos o instantáneas…No tanto. Por ello desde 1710 (año en que se crea la primera ley de copyright tal y como la conocemos actualmente), se han ido estableciendo nuevas y diferentes medidas. Francia, España o Estados Unidos son algunos de los países que fueron adoptando, poco a poco, leyes para controlar el Derecho de Copia y de Autor.
Sin embargo, hecha la ley, hecha la trampa. Y por supuesto, no todos contentos. Unos porque es muy restrictiva, otros porque es muy permisiva. Las discrepancias son patentes y por ello, diferentes iniciativas se ponen en marcha reivindicando más concesiones o menos libertades. Copyright vs. copyleft (dar permiso de antemano para realizar copias de las obras en determinadas condiciones estándar). Una interesante propuesta es la de Creative Commons, para quienes “Otro copyright es posible”. Según ellos: “No todos los titulares de propiedad intelectual quieren ejercer todos sus derechos sobre ella. Ya sea por necesidad de promoción o por convicción política, muchos creadores apuestan por cooperar en vez de competir”.
En mi opinión, como la de otros muchos, el Derecho de Autor debería conceder a su autor el derecho (nunca mejor dicho) de hacer con su obra lo que quisiera: dejar que su trabajo se copie o no según qué circunstancias. ¿Cuáles? Las que éste decida, que para eso es su obra.
1 comentario:
El post, bien; la foto, penosa!
Podías haber buscado otra un poquito mejor, Carol. Además, la gracia de esa imagen está en que el fondo es blanco, y tiene sentido ponerla si el fondo de tu blog es blanco! Pero si es de otro color deberías pasarla por Photoshop y cambiarle el fondo. Tardas dos minutos (incluyendo el tiempo que tarda en abrir Photoshop y el resultado es mucho mejor).
Idem: recuérdame que explique en clase cómo se hace!
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